Sin más:
- El rock es una inagotable fuente de calor, aún cuando estés a punto de la hipotermia por estar empapado de pies a cabeza.
- Si inviertes la “W” de Weezer, te quedas con la “M” de Moderatto. Y es que mi cerebro aún no sabe cómo reaccionar ante el inexplicable cover de Ana Gabriel que hizo Rivers Cuomo; no sé si tomarlo como un intento de tributo a México. Mis neuronas siguen cantando, una y otra vez, “quién como tú…”
- En ocasiones, la testarudez puede traer a tu vida momentos históricos, como el seguir aguantando bajo la lluvia hasta que Jack White salga al escenario y presenciar la penúltima actuación de su tecladista, Isaiah “Ikey” Randolph Owens, muerto un par de días y una presentación después.
- “Si nos organizamos, cogemos todos” (y sí, me sentí un poco viejo junto a la banda de chavos coreando esto a modo de porra).
- Más allá de los gustos, de la cultura musical, de los géneros y, sobre todo, de conocer más bandas que otra persona, los conciertos siguen tratándose de disfrutar un momento; 45 minutos después de la cancelación de Massive Attack, yo seguía rodeado de cuerpos brincando con las mezclas de antro de Zedd, conviertiendo un jardín lodoso en una pista de baile y celebrando ante cada relámpago que amenazaba con electrocutarnos a todos (de menos a los que estaban en el escenario). En ese momento también dejé de preguntar ¿Qué hace Zedd en el Corona?
- No era penal. Lección gratuita de los chavos de Torreón que, con el ritmo y tonada de 7 Nation Army empezaron a cantar “O-ribe-Pe-ralta”. A petición de algunos, cambiaron la letra a “No-era-pe-nal”.
- La música no es soluble en agua.